Fundación Padre Arrupe
Ayuda El Salvador
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NUESTRA HISTORIA
Somos una ONG con más de 25 años de experiencia a nuestras espaldas.
1983
2024
Nuestro fundador
Juan Ricardo Salazar-Simpson, el alma del proyecto
El Padre Juan Ricardo Salazar-Simpson S.J. nació en Zaragoza en 1942. De carácter divertido y afable pero también fuerte y tenaz, su fe inquebrantable y su pasión por servir a los demás marcaron toda su vida ya desde niño.
Terminado el bachillerato, ingresó en la Compañía de Jesús y en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales. Continuó su labor técnica e ingenieril como Director del ICAI, la escuela de Ingenieros más prestigiosa de España. No obstante, su vocación de misionero seguía latente en él. Fue entonces cuando conoció al Padre Ellacuría S.J, rector de la Universidad centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador, y solicitó su traslado a ese país.
En 1984 llega a El Salvador, que en ese momento estaba inmerso en una guerra civil que duró doce años. Mientras dirigía el departamento de ingeniería de la UCA, dedicó todo su tiempo libre a atender a los refugiados que huían de la guerra abandonando sus casas y pertenencias. Desde ese momento, su involucración con la población menos favorecida y con aquellos que tenían que dejar toda su vida atrás para escapar del conflicto armado, fue total.
Trabajando con ellos se dio cuenta de que la mejor forma para reconstruir el país era educando a las futuras generaciones. Estaba convencido de que la escasez de recursos no debía ser un impedimento para recibir una educación de calidad, igual que la que él mismo recibió. La educación permitiría a esos niños y jóvenes salir de la pobreza, ayudar a sus familias y construir un país mejor para todos.
Así, en 1992 nació la Fundación Padre Arrupe, con el objetivo de dar una educación basada en la excelencia académica y humana a niños y jóvenes en riesgo de exclusión social en El Salvador. Los principios no fueron fáciles, pero gracias a un férreo carácter, a una gran generosidad y a una inquebrantable tenacidad consiguió, en 1998, poner en marcha el Colegio Español Padre Arrupe.
Desde el principio recibió el apoyo y la ayuda no sólo de las instituciones salvadoreñas, sino también del gobierno español, así como de la Unión Europea y de multitud de empresas y personas que se sintieron identificadas con el proyecto y quisieron colaborar con él. Sin todos ellos nada hubiera sido posible.
Entregó el resto de su vida a hacer realidad este proyecto y, tras su fallecimiento en 1999, todos sus hermanos y especialmente su hermana, Felicidad Salazar-Simpson, y su cuñado, Ramón de Rato Figaredo, recogieron su testigo: formar a hombres y mujeres para los demás. Ahora, años después de su muerte, la obra que él fundó educa a unos 1.500 niños en los mismos valores y con las mismas premisas que él implantó: excelencia y valores éticos y morales como pilares fundamentales para el desarrollo de las personas y como vehículo fundamental para que esos jóvenes impulsen y mejoren sus vidas y su país.